Friday, November 04, 2005

Demasiado orden lógico


Hizo sonar tres veces el timbre, los números impares y sus múltiplos le infundían seguridad. Para su imaginación eran números perfectos.Era de noche y Santiago recorría las calles de Tijuana, pensando a cada rato en su vida interior sin que ninguna pendejada externa lo perturbara. Pero estaban sus padres, el recuerdo de su hermano muerto y la obligación de participar en la monótona vida familiar. Afuera todo era igual, esadiminuta ´vida´ en la que había que conformarse con tener hijos, una familia, ir a la universidad,hacer el amor en la cama tres veces por semana, escribir un libro y hacer carne asada para ver el fut ball todos los domingo. Pura mierda. Para eso hubiera preferido quedarse quieto en su cama admirando la limpieza de su pequeño mundo antes que salir cada día rumbo a la universidad. Los desafíos de andar en taxi y visitar a la psicóloga dos veces por semana se hacían insufribles .Con el sólo fin de prepararse de la mejor manera para la terapia, había impuesto una serie de rituales que involucraban bajarse en ciertos sitios y esperar la próxima taxi o camión y así llegar en un segmento impar hasta la zona rio en la zona medica que esta detrás de Baby rock, donde es zona exclusiva para doctores de caché. Recuerda que tenía ciertossitios emblemáticos en ésta secuencia. Existía según él, cierta progresión aritmética en los recorridos. Antes de entrar se acercaba a una fuente para beber agua, se inclinaba siete veces y en cada una de ellas daba tres sorbos. No tener sed era fundamental para evitar desconcentrarse durante el ritual.A causa de la luminosidad de una ventana a la calle, en el camino hacia su casa vio proyectarse su propia sombra sobre la veredita. Era de contextura delgada y se había percatado de tener cierto atractivo para algunas damas; sin embargo, aún era virgen y no tenía la tranquilidad para animarse a salir con algunas de las compañeras de la facultad. La posibilidad de que una chica se percatara de su forma de ser lo aterraba y no llegaba a imaginarse envuelto en una relación. No tenía duda de que tal cosa implicaría un notorio cambio en su rutina, el cual se creía incapaz de enfrentar. En definitiva salir con alguien significaba salir de su vida tan matemáticamente estructurada.el año anterios había ido a la plaza con una girl y la sensación de no tener una idea clara de las dimensiones del lugar, de estar sumergido en un lago de sudores ajenos, de verse constantemente agredido por el contacto de pieles extrañas, casi lo hizo enloquecer. Luego de unos minutos corrió escaleras arriba, hacia la calle y vomitó.Una casona blanca deshabitada constituía un hito insoslayable en su camino delsitio a casa. Del segundo piso de la construcción sobresalían un par de balcones de fierro, que asemejaban dos enormes dentaduras corroídas por el cigarrillo. Había notado su abandono hacía muchos años atrás, y la idea de su progresivo deterioro había alimentado sus fantasías. Cuando era aún un adolescente, se detenía a observarla con el objeto de encontrar algún indicio que delatara el avance de su ruina. Tal era su modo de querer en ese entonces: quería ser testigo de su fin, incluso a veces esperaba que un terremoto lo sorprendiera junto a ella. Sin embargo las cosas habían cambiado con el tiempo y ahora Santiago deseaba verla exactamente igual al día anterior. Sus visitas a la casona se repetían una y otra vez. Pensaba que si algo le ocurría a la casa también le ocurriría a él.Durante esa noche nada parecía estar fuera de lugar en la casona, por lo que siguió su camino envuelto en una gran paz. Sin embargo, sin ninguna razón le pasó por la mente que quizás la casa hubiese experimentado un cambio en la mañana y del cual no se había percatado, con lo que sería incapaz de dormir de no observarla con mayor detención, por lo que retrocedió y se vio nuevamente en frente de ella, dedicándose a realizar un examen riguroso del orden. Llevaba meses perfeccionando ésta metodología y llegaba a una armonía que lo dejaba satisfecho.Al culminar aún no tenía la certeza de que todo estaba correcto, principalmente debido a las pobres condiciones en que había realizado el examen. En la medida de que iba apareciendo la cercanía de su casa, surgió en él la sensación de que ésta se alejaba, existía algo que le impedía ingresar de una buena vez. La imagen de un balcón de la casona blanca precipitándose al suelo, lo sobresaltó de tal manera que le impidió seguir caminando. Quería volver a examinarla, pero ésta sola idea lo avergonzaba.De pronto la armonía del número impar se hizo presente, si revisaba la casa por tercera vez las cosas quedarían bien compensadas: lo bueno de la primera visita con la inseguridad de la segunda se equilibrarían y una tercera le devolvería a su mundo cierto orden necesario. El tercer examen fue más lento y minucioso y distinguió un ratón que saltó del tejado al jardín. Laidea de que el animal proviniera del interior de la casona lo estremeció, la casa había perdido de pronto su inmutabilidad. Imaginó el desgaste que provocaría el ir y venir de miles de ratones e imaginó la polvoreda levantada por sus carreras, también creyó percibir sus olores. El polvo no importaba en cambio la naturaleza de los roedores volvía todo una mierda. Se apresuró hacia su casa para intentar dejar atrás aquel episodio que había confundido el orden de su cabeza.Santiago, huevón, ¿dónde andabas cabrón? Avísame otra vez si decides llegar a esta hora, dijo Julia, la dueña de la pensión, mientras se acercaba y le marcaba un crucifijo en la frente. Era la única persona por quien se dejaba tocar, pero más por obligación que otra cosa.Siéntate para prepararte comida, sugirió la dama.No señora gracias, no quiero comer tengo que estudiar mucho. Una vez solo en su pieza, la pulcritud de esta lo calmó: la colcha blanca de su cama perfectamente estirada, el orden de sus libros en la repisa, la seguridad de que todo en el closet estaría en su lugar. Entonces se tendió en la cama. Se quedó mirando el techo, esta era su manera de suspender la angustia ya que ahí nada cambiaba, era solo una impecable y blanca superficie. Luego comenzó a contar ratones. Esto también lo calmaba, prefería contar que pensar.santiago, ven,…La repetitiva señora. lo puso en un súbito estado de irritación. Ya vuelvo, dijo pasando al lado de la patrona en dirección a la escalera. ¡Pero Miguel!, dijo esta. Ya vuelvo, repitió él y cerró la puerta.Salió a la calle y decidió dar tres vueltas a la manzana, llevó las manos a los bolsillos y caminó lentamente para evitar llamar la atención. Nadie podía darse cuenta de su agitación interior. Fue entonces que recordó la fuente de agua y vislumbró la solución: dar siete veces tres vueltas a la manzana. En la tercera serie se topó con Isabel, una compañera y amiga de la universidad que vivía relativamente cerca. Isabel venía de un carrete y lo invitó a su casa a dormir porque ya era muy tarde. Santiago por su parte hizo el intento de seguir caminando, pero la insistencia de Isabel lo detuvo. Déjame terminar Isa decía él, y ella se acercó y lo abrazó. Mientras tanto, el xaiquete de Santiago se mantuvo con la vista en alto para que no le afectara esta demostración de afecto de Isabel, debía terminar a como diera lugar, pensaba, si no todo el esfuerzo estaría perdido.Luego, en un acto de control, tomó a su amiga de los hombros, la ayudó y le dijo: Isa, debo terminar esto, créeme. Déjame terminar y después te contaré todo. Entonces se lanzó a terminar los segmentos restantes, pero entremedio sintió un gran deseo de salir corriendo para dejarse abrazar por Isabel. No se dejaba abrazar por nadie nunca, y cuando estaba a punto de ir a contarle todo a su amiga, una fuerza incontrolable lo obligó a correr hasta la casona blanca para cerciorarse de su estado. Al llegar allá se encontró con Isabel quien lo había seguido. En ese momento pensó primero en matarla, ya que su secreto era muy vergonzoso. Luego trató de comportarse como una persona normal, inventar alguna mentira que explicara todo y seguir tan conocidos como siempre. Cerró los ojos.Seguía pensando en qué hacer hasta que sintió algo tibio y húmedo en su cuello. Al descubrir que se trataba de la lengua de Isabel, sólo atinó a golpearla hasta dejarle un ojo en tinta. Al instante ella arremetió con un sendo beso en la boca. Todo era confuso para este pobre pendejo, cuyo unico pecado era padecer de alguna paranoia y tener los tanates blandos; debía optar entre sus fobias y orden perfecto ypermitirse apañar con Isabel. Finalmente entre forcejeos, besos, rasguños, palmadas,atraques Y llegues , todo terminó de una forma muy paradojal. El cuadro: El dormía desnudo encima de Isabel muerta en el ahora tarros&jarras de la plaza( quinto patio antiguamente). Dos cuerpos ensangrentados de dos amantes unidos finalmente por el aro en la lengua que tenía Isabel.

1 comment:

El Reverendo said...

Chido. Mi favorito hasta ahorita.