Despreocupada del tiempo y decidida a disfrutar mi mañana; entré a una conocida tienda departamental ubicada en una de las calles más transitadas de nuestra ciudad (nótese mi narrativa “Gabivarguezca”).
Mientras caminaba por los pasillos de librería, sentía el peso de una sombra que me perseguía como si intentara alertarme de algo muy maligno y desafortunado. No hice caso y seguí.
Mi breve paseo por la tienda era mucho más importante que cualquier ánima en pena intentando perturbarme. La voz dulzona de “Loblondo “y las notas de la canción entraban en mí como el aroma a café que venía de la entrada, nada de lo que pasara fuera de ahí tenía importancia en ese momento. El instante en el que me encontraba de pie buscando algún otro título para llevar, el obligado periódico y mi cafecito prohibido eran, en todo contexto y valga la redundancia, UN TODO.
Paranohacerselasmaslarga, me vine a la oficina con el “Frontera “y un librito bien cagado a cerca de “como ser una dama educada y al mismo tiempo encantadora “. No llevo ni la mitad del libro y ya tengo una lista de contras.
· … y cuando te me acercas se acelera mi motor, me da fiebre… dame solo un besooo que me alcance hasta morir como un vicioooo… lunaaaa no me abandones más...
60 minutos que nadie puede arrebatarme.
Café negro, dos de azúcar moscabada, un bigote, zoe, Gaby Vargas cagante, el frontera, los taxis, el calor del sol.